Palabras que duelen… aunque vengan con amor

Vivimos en un mundo cada vez más acelerado y quizás deshumanizado, donde el individualismo se ha vuelto la norma y emociones como la rabia, la desilusión y la indiferencia flotan en el aire como parte del paisaje diario. No lo digo para juzgar, sino porque muchas veces me descubro buscando una razón —alguna excusa tal vez— que me ayude a entender por qué, incluso personas que nos quieren, a veces terminan hiriéndonos sin querer… justo cuando intentan levantarnos el ánimo.

Durante los últimos diez años, he escuchado muchas frases bien intencionadas, supuestamente diseñadas para darme fuerza, pero que en realidad se sintieron como espinas. A veces, las palabras no acarician: arañan. Y aunque sé que no hay mala intención, no dejan de doler.

Intento no desconectarme de mí, de lo que soy, de lo que somos todos en este caminar frágil que es la vida. A mi alrededor, veo personas enfrentando batallas enormes, enfermedades dolorosas, realidades difíciles… y eso me mantiene con los pies en la tierra.

Recibir un diagnóstico cambia todo. De pronto, esa palabra —la que nunca pensaste que te tocaría tan de cerca— se vuelve parte de tu identidad, de tu día a día. Aparecen el miedo, la pena, la incertidumbre. Se abre un camino desconocido que debemos recorrer sin un mapa claro, y aunque a veces hay luz, también hay caos.

Hay momentos de tregua, otros de tormenta. Y es justo en esos días más grises cuando menos quiero (o quería) escuchar frases como:

  • “Podrías estar peor”
  • “No tengas miedo”
  • “Hay gente peor que tú”
  • “No importa cómo cambie tu físico, es normal”

¡Claro que lo sé! Pero saberlo no hace que duela menos.

¿Te ha pasado? ¿Has recibido palabras que pretendían animarte y terminaron hundiéndote un poco más? Yo las llamo las palabras bien intencionadas que duelen. Porque, aunque nacen desde el amor, a veces lo que necesitamos no es que nos animen, sino que nos acompañen. En silencio, si hace falta. Con presencia, más que con discursos.

Porque vivir con miedo… también es vivir. Y mientras estemos aquí, vale la pena vivir igual.

#vivirconmiedovivirigual

 

 

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